Wednesday, June 08, 2011

La Crisis económica en Estados Unidos: el papel del gobierno norteaméricano

Las deudas acumuladas por los norteamericanos en hipotecas y créditos desde 2007 tuvieron un efecto estruendoso en la economía del segundo semestre 2008, primero de 2009, y todavía se pueden sentir sus efectos. Wall Street sufrió la más grande crisis financiera conocida después de la Gran Depresión. La banca de inversión que ha tenido su abrigo en esta bolsa de EEUU hizo agua, como se puede ver en el documental, tan premiado y conocido Inside Job: bancos quebrados o vendidos por una poco representativa parte de su valor anterior o, en el mejor de los casos, reinventados en tanto instituciones financieras. La compañía de seguros más grande de ese país AIG y la más grande de ahorros y crédito Lehmann Brothers, fueron intervenidas por el gobierno norteamericano, con el pretexto de evitar pérdidas mayores. la gran pregunta es: ¿por qué una institución desapareció, declarada en bancarrota, mientras la otra siguió existiendo? Algo tendrán que ver las causas de la crisis para intentar una respuesta.

La crisis tuvo su causa, lo cual no coincide con las hipótesis de Rajan y Acemoglu, sostenemos, en un previo auge y caída: la de la burbuja tecnológica de los 90. Cuando el mercado de valores colapsó en el 2000 y Norteamérica cayó en una recesión el año siguiente, en parte por los hechos de septiembre 11, la Reserva Federal (Federal Reserve) bajó las tasas de interés a su límite más bajo (1%), para incentivar el consumo y crédito correspondiente. Dicha baja en las tasas de interés hizo más baratos, a su vez, los pagos de las hipotecas, lo cual a su vez llevó a un aumento de la demanda inmobiliaria, ocasionando una subida en el precio de estos bienes. Adicionalmente, millones de propietarios buscaron aprovecharse de esta coyuntura de descenso de las tasas para refinanciar su deuda, parte de la cual fue comprada por los bancos.

En 2004, la Reserva Federal vuelve a subir las tasas de interés con el propósito de controlar la alta inflación presentada ese año. Desde el 2004 hasta el 2006 la tasa de interés pasó al 5,25%. El crecimiento del precio de la vivienda, que había sido muy significativo entre los años 2001 y 2005, pasó entonces a un descenso sostenido. En el 2005 el precio de la vivienda y las ventas de dichos bienes cayeron de manera súbita. Los cobros jurídicos debidos al no pago de la deuda crecieron de forma incontrolable, y numerosas entidades comenzaron a tener problemas de liquidez para devolver el dinero a los inversores o recibir financiación de los prestamistas. El total de ejecuciones hipotecarias del año 2006 ascendió a U$ 1.200.000, lo que llevó a la quiebra a centenar de entidades hipotecarias en el plazo de un año. Para el 2006, la crisis inmobiliaria ya se había trasladado a la Bolsa: el índice bursátil de la construcción estadounidense el U.S. Home Construction Index cayó un 40%. Desde el año 2007 el problema de la deuda hipotecaria subprime se transmite definitivamente, entonces, a los mercados financieros internacionales y la explosión de la crisis la estamos viviendo en este año 2008.


Ahora bien, las réplicas de esta crisis económica en el ámbito político no hicieron esperar. Dado que la economía norteamericana pasó por tan mala coyuntura, la incertidumbre reinó en el ámbito político. El Expresidente Bush autorizó un paquete de ayudas, contrariando el liberalismo político, para que el impacto de la crisis financiera no fuera tan fuerte sobre la economía norteamericana. Sin embargo, tales ayudas no fueron suficientes y ello propició que el tema de la crisis económica se desplazara al de las relaciones internacionales de EEUU, en la campaña política por las elecciones de noviembre de 2008. El conocimiento que los candidatos detentaron públicamente sobre el tema económico, particularmente en el primer debate, jugó un papel determinante en las elecciones. A su vez, es un hecho que los medios de comunicación terminaron por prefigurar la imagen de un Obama que buscó identificar la actual crisis con las medidas adoptadas por el gobierno Bush en el tema de hacienda, al que achacaría toda la culpa.


Lo que resulta curioso, es que Obama, no haya hechop nada para cmabiar efectivamente la economía de su país y haya nombrado de nuevo, por ejemplo, a personajes tan siniestros como Bernanke, en la secretaría del tesoro. Obama parece, no más que in títere de un puppetmaster cuyo rsotro aún está popr develar.

Entre tanto, quien tiene la última palabra de la intervención en la economía por parte del Estado, es el senado norteamericano. El debate estuvo puesto sobre la mesa: ¿debe intervenir el Estado en la economía? Las consecuencias de esa intervención se verán a largo plazo, pero como dijo el célebre economista J. M Keynes: ‘a la largo plazo, todos estaremos muertos’.