Monday, July 21, 2008

UNA NUEVA COMPRENSIÓN DE LA HISTORIA DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES A PARTIR DE LA OBRA DE P. SLOTERDIJK

UNA NUEVA COMPRENSIÓN DE LA HISTORIA DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES A PARTIR DE LA OBRA DE P. SLOTERDIJK

Gabriel Jiménez Peña


Resumen: En este escrito se pretende dar cuenta, en general, de una nueva concepción de la historia de las relaciones internacionales y, en particular, del contexto de globalización, a partir de la afirmación que hace Peter Sloterdijk del fin del cosmopolitismo y el surgimiento del ‘provincianismo global’. Tal concepción inusitada se presenta aquí en función de la discusión sobre los orígenes de la posmodernidad, en una superación del paradigma moderno. Se sostiene que la globalización de las nuevas tecnologías, que ha permitido que los hombres superen las distancias, ha tenido por consecuencia, para la historia de las relaciones Internacionales, que el mundo vuelva a hacerse más pequeño, pero más denso. Por otro lado, se propone un análisis de las fronteras como configuraciones móviles, la crisis de los Estados Nacionales y la emergencia de un espacio sin sí mismo, esto es, como mero espacio de tránsito.

Palabras Clave:

Historia de las relaciones internacionales, esfera, mundo interior del capital, desinhibición.

Abstract: In this paper I try to explain, in general, a new conception of the History of the international Relations and, in particular, of the globalization context, from the Peter Sloterdijk assumption in his work, according to which we assist to the end of the cosmopolitism and the beginning of the ‘Global provincialism’. Such a ‘new’ conception is presented right here in function of the more general discussion about postmodern view. I argue in favor to the claim the globalization of the new technologies, which has allow to humanity goes further distances, has it as consequence to the international relations History, that World becomes again small. In the other hand, I propose an analysis of the frontiers as movil configurations, of the national States crisis, as well as the birth of a space without it self, i. e., as a mere transit space.

Key Words:

International relations History, sphere, interior World of Capital, lack of inhibitions.

La tesis más general que se pretende defender en este escrito consiste en que la reflexión sobre la globalización en el discurso de la historia de las relaciones internacionales –si es que hay uno y determinado- se encuentra desencaminada por dos razones: (I) se asume la globalización como un único, identificable y homogéneo estado de cosas que incluye a todos los Estados-nación en diferentes aspectos, desdeñando las representaciones de las esferas de la cultura occidental (Sloterdijk), (II) y, por ello, se confunde la globalización con el cosmopolitismo, y en el peor de los casos, se sostiene que la globalización tiene un comienzo relativamente reciente o algo similar.

A modo de introducción: del mal periodismo de nuestra época o de la academia

En la literatura académica se insiste en la necesidad de describir el fenómeno a menudo vagamente presentado como ‘transformación del contexto internacional’ usando el término ‘globalización’. Éste ha sido un motivo persistente para declarar ‘ambigüedades’, de la misma manera que se le quiere adscribir al concepto la propiedad pragmática de utilidad. Quienes acentúan el carácter ambiguo de la expresión pueden llegar a reclamar que se trata sólo de un “eufemismo cortés para la continua americanización de los gustos consumistas y de las prácticas culturales”; que puede describir cualquier cosa desde Internet a una hamburguesa (Strange, 1996, p. xiii). Por otro lado, los más rayanos defensores de la utilidad pragmática del concepto, que en su mayoría sostienen que se trata de un concepto que tiene por extensión fenómenos fundamentalmente económicos, arguyen que éste permite, por ejemplo, “una descripción más adecuada de una realidad internacional a la que le resulta imposible mantener sus problemas encerrados dentro de las fronteras de los Estados” […]; se dice que el concepto nos alerta también acerca del sentido normativo que se precisa para decidir soluciones a preguntas en torno de problemas mundiales (Espósito, 1997, 189). Es precipitado inclinarse sin más por la ambigüedad o por la utilidad del término, pues su pretendida vaguedad y sus masificados usos espurios pretendidamente pragmáticos, pueden enmascarar o bien un periodismo desinformado, o en el peor de los casos, a un modo de hacer academia servil, que encubre el favorecimiento de intereses neoliberales sin más, sin ofrecer una argumentación lógica e históricamente plausible.

Ante la disyuntiva que se plantea entre tener que optar por un uso que denuncie la ambigüedad de la expresión o que haga énfasis en la utilidad, queremos escoger, con Peter Sloterdijk, volver los pasos hacia atrás y sostener que: “La globalización en su totalidad es un proceso lógica e históricamente mucho más poderoso que lo que se entiende por ella en el periodismo actual y entre sus corresponsales económicos, sociológicos y policiales” (WK, p. 26). Proponemos que para una caracterización digna del proceso de globalización en las ciencias sociales, incluidas entre ellas todas las mencionadas corresponsalías, es no sólo prudente sino necesario corregir las pseudo-afirmaciones de los periodistas cuasi-académicos de nuestro tiempo, vengan de donde vengan, acerca del comienzo de la globalización y de la continuidad de la historia, y resaltar diferencias de época, lo cual precisa el uso de un discurso inusitado en la Filosofía de la historia.

(I)
La globalización es un proceso saturado moral, técnica y sistémicamente, y se puede hablar de tres globalizaciones o de tres momentos globalizantes, haciendo justicia a las diferenciaciones de época dentro de dicho proceso. A tales momentos los caracterizamos como: (i) el griego o helénico o metafísico, (ii) el moderno o postmetafísico y por último, (iii) el posmoderno o fin de la historia.

La globalización está saturada en sentido moral: las víctimas hacen saber a los culpables las consecuencias de sus crímenes. Es, según Sloterdijk, a partir de Heidegger cuando el unilateralismo que se pretende ejercer por parte la Europa dominante, se evidencia como un fracaso a la vista de cómo las victimas hacen saber a los culpables las consecuencias de ese dominio. En ese sentido es Estados Unidos el único que mantiene la pretensión como nación indispensable y se constituye en heredera del concepto unilateral del mundo.

La ‘titánica fenomenología del tedio’ realizada por M. Heidegger en 1929-1930 sólo puede comprenderse como ruptura de la uniteralidad emprendida en toda Europa (si bien deteriorada por los desastres de la guerra), cuyo clima moral –la inevitable carencia de toda convicción vigente– se aprehende en ella con mayor claridad. La cultura de masas, el humanismo, el biologismo, son máscaras tras las que se oculta el profundo tedio de la existencia en la globalización. Si se quieren valorar las motivaciones de Heidegger hay que reconocer en estas el intento de rehistorizar el mundo posthistórico, aun al precio de erigir la catástrofe en maestra de la vida. En este sentido, Heidegger habría podido decir, a propósito de la «revolución nacional» a la que adhirió, que en el hic et nunc se había iniciado una época de «rehistorización», y que él no sólo presenció, sino que había pensado con anticipación. El historicismo de Heidegger articula la exigencia de arrancar a Alemania de la trivialidad posthistórica desde el centro del sentido para dejar entrar una vez más, en el último momento, a la historia. Debe entenderse que, de acuerdo con esta lógica, la «historia» no es algo que uno mismo haga, sino que hasta en su último extremo se padece. Los alemanes, como último pueblo de pasiones, deberían ponerse en marcha, sí, según Heidegger, les incumbe la tarea de demostrar que, incluso en medio de la indiferencia reinante, existe todavía una certeza (Gewissheit). Si los alemanes hubieran hecho lo que se esperaba de ellos en la fábula de Heidegger, habrían mostrado al resto del mundo que para ellos brillaba la luz de la necesidad histórica. Pero la ironía de tal situación quiso que dicha certeza cambiara de bando y se fuera al lado enemigo, puesto que el antifascismo fue lo más destacado que ofreció aquella época desde el punto de vista moral. Se alió, para colmo de la desgracia, con los estadounidenses, paradigmáticos expatriados de la «historia», que contribuyeron con los parques posthistóricos a la globalización (PC, p. 12).

La globalización está saturada en el sentido técnico: de transportes rápidos y medios ultra-rápidos, lo que no cambia el hecho de que el 95 % del comercio sea y haya sido marítimo. De los acontecimientos se entera el mundo, por regla, a los pocos minutos. En ese sentido, el rasgo distintivo de la globalización es la situación de proximidad forzosa con todo tipo de elementos. Lo más adecuado es designar a esa proximidad, según Sloterdijk, con el término topológico «densidad». Este término designa el grado de presión para la coexistencia entre un número indefinidamente grande de partículas y centros de acción.

La elevada densidad implica una probabilidad cada vez más elevada de encuentros entre los agentes, ya sea bajo la forma de transacciones, o en la de colisiones o casi colisiones. En este contexto, el concepto de telecomunicaciones juega un papel fundamental, en tanto que designa la forma procesual de la densificación. Las telecomunicaciones, las nuevas tecnologías, producen una forma de mundo cuya actualización requiere diez millones de e-mail por minuto y transacciones en dinero electrónico por un monto de un billón de dólares diarios. Este término no se comprende bien en tanto que no exprese de manera más explícita la creación de un sistema mundial de reciprocidad basado en la cooperación, esto es, en la inhibición mutua, en el que se incluyen las transacciones a distancia, las obligaciones a distancia, los conflictos a distancia y la ayuda a distancia. Tan sólo este concepto fuerte de las telecomunicaciones como forma capitalista de la ‘acción a distancia’ es el adecuado para describir el modo de existencia en la globalización.

La globalización está saturada, por último, en sentido sistémico: obra en ella un principio de acción recíproca; los responsables son confrontados con las consecuencias de sus obras -Pinochet, Milosevic, Hussein, desventurados unilateralistas-. La globalización del crimen (piénsese, por ejemplo, en el narcotráfico), nos muestra que la desinhibición activa se impone una y otra vez a las instancias inhibidoras en ámbitos locales. La criminalidad organizada reposa sobre el perfeccionamiento profesionalizado de la desinhibición, que avanza, por así decir, con pasos silenciosos por las fisuras abiertas en el entorno circundante. El crimen organizado constituye, fundamentalmente, un sentido para hallar las fisuras (en el mercado y en la ley), junto con una energía que no conoce el cansancio –vuélvase a pensar en el narcotráfico-. Los criminales organizados de manera eficaz son, pues, testimonio de la libertad de acción en abierto desafío del sistema universal de inhibiciones (PC, p. 16)

Esto tiene una significativa validez para lo que últimamente se ha dado en llamar ‘terrorismo’. El medio expedito para hacer justicia en el plano teórico a sus potentes manifestaciones, -recuérdese el acto inconcebiblemente simple del 11 de septiembre de 2001 o piénsese en lo local en el secuestro- consiste en interpretarlo como un indicio de que el motivo de la desinhibición cayó en manos de perdedores activos, procedentes del bando antioccidental o de la selva, en el contexto posthistórico. Esto no demuestra que el mal llegara hasta Manhattan o las ciudades colombianas, sino que una nueva ola de perdedores de la «historia» descubrió para sí los placeres de la unilateralidad; por desgracia, los descubrió después de que terminara el tiempo de juego y en abierta transgresión de las normas de contención posthistóricas. No imitan, como anteriores movimientos surgidos de los perdedores, ningún modelo de «revolución»; imitan directamente el impulso originario de las expansiones europeas: la superación de la inercia mediante el ataque, la asimetría euforizante garantizada por la agresión pura, la superioridad indiscutible del que llega primero a un lugar y planta su estandarte antes de que lo hagan los demás. La clara primacía de la violencia agresora sigue hiriendo al mundo, pero esta vez desde el otro lado, desde el lado no occidental, o desde la selva. Pero como también es demasiado tarde para que los terroristas islámicos o los guerrilleros pretendan recuperar terreno en el mundo de las cosas y los territorios, ocupan zonas aún más amplias en el espacio abierto de las noticias del mundo. En él erigen su escudo de fuego, del mismo modo que los colonizadores, otrora, erigían su escudo de piedra donde desembarcaban.

(i) La historia de la globalización es la historia de una doble conquista: la conquista de la tierra por vía marítima y la conquista de la subjetividad. La primera etapa de la globalización tiene su comienzo en la Grecia Helénica. Si se considerara que los orígenes de la globalización se han encontrar solamente en la confianza en el poder explicativo y predictivo de las ciencias, particularmente en el método de las matemáticas y de la física y en su fecundidad, éstos deberían remontarse a Aristóteles. Pero necesariamente tenemos que remontarnos justamente a este autor, porque fue él, el más paradigmático de los científicos griegos, que en su tratado De caelo, dio forma a la primera concepción metafísicamente globalizante: el de la bóveda celeste, sphaira –me vienen unas línes de Hölderlin en el Hyperion: El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona-, recreando el nombre de lo bello y acabado y un sistema de normas para esa concepción de belleza y perfección. El estagirita realizó sus observaciones equivocadas acerca del Universo, instituyendo el sistema geocéntrico. En De caelo, nos habla del mundo sublunar, en el cual existe la corrupción y la degeneración; y el mundo supralunar, perfecto. Esta teoría de la Tierra como centro del universo —que a su vez era considerado finito— perdura hasta el Renacimiento, específicamente hasta Galileo, momento en que se inicia la gran expansión unilateral europea a través de la colonización, el segundo gran periodo de la globalización.

(ii) Esta etapa globalilzante, que llamaremos con Sloterdijk, globalización terrestre, puede decirse que surge en el Renacimiento italiano, con científicos como Galileo Galilei (1564-1642), a pesar del juicio que su propia época haya hecho sobre él –recuérdese la abjuración a la que fue obligado este último físico (1633)-, o con Copernico (1473-1543), el cual da a conocer su crítica al sistema ptolemaico, basado a su vez en la interpretación dogmática de Aristóteles, en la lengua aun oficial de los escritos que se erigen en científicos, el latín, lengua en la que escribiera el también condenado Roger Bacon (c. 1214-1294), quien llevara a cabo estudios en óptica y en astronomía, a la vez que se inclinaba por la astrología y la existencia de la piedra filosofal, creencias éstas pertenecientes a la globalización metafísica.

Pero queremos decir que esta época inicia más bien con las incursiones de los colonizadores, los más célebres de ellos portugueses al nuevo mundo, pues la globalización terrestre no representa simplemente una historia entre otras muchas. Ella es el único espacio de tiempo en la vida de los pueblos que mutuamente se descubren, alias ‘humanidad’, que merece llamarse en un sentido filosóficamente relevante ‘historia’ o ‘historia universal’ (p. 31). La época moderna de la globalización es cosa de exploradores y geógrafos y el Mundo de agua constituye el elemento rector en la Edad Moderna. Terra Australis nuper inventa nondum cognita; es epoca-nondum, es decir, aún sin, de potencialidades, en la que los actualizadores geógrafos-colonos son los que se atreven a aprovechar esa potencialidad. El primero de ellos, por supuesto, Colón, de cuya importancia da buena cuenta Sloterdijk (WK, p. 52-53). Pero también Magallanes y Drake, quienes contribuirán a que los mares del mundo se conviertan en el soporte de los asuntos globales. El signo de aquella época es la invisibilidad, por contraste con el de la nuestra que es el de la visibilidad. La invisibilidad es una característica fuerte de las realidades profundas –piénsese en la travesía de Magallanes; geógrafos y colonos se ven obligados a enfrentarla y superarla constantemente, y la imagen del globo, pasa de ser perfecta a ser, a secas, interesante: el globo geográficamente descubierto no es bello, sino interesante e interesante es lo que ya ha recorrido la mitad del camino hacia la fealdad, lo cual da pábulo a una nueva estética de lo feo. De ese modo, desde el punto de vista estético, la globalización terrestre conlleva la victoria de lo interesante sobre lo ideal. De ello da testimonio el globo Behaim (Nuremberg, 1492).

Es Humboldt el personaje ejemplar de esa transición; acepta el reto de presentar la pérdida metafísica como ganancia cultural. De ello es muestra su obra Kosmos, nombre anacrónico de la obra publicada en 1845-62. Con ello se inicia un sentido radicalmente diferente de la localización humana: la tierra es el planeta al que se vuelve, se regresa; el espacio (el desde-donde general) ya no es el ingenuo cielo de cubiertas anterior a Bruno, el espacio eternamente silencioso de la infinitud de los físicos, del que Pascal, había confesado que aterrorizaba su ánimo. (cf. WK p. 42). El ser humano ejemplar de la modernidad es el homo habitans, junto con sus dilataciones corporales y extensiones turísticas.

El monopolio del globo terrestre –ese prodigio tipográfico-, compartido con los grandes mapas y planisferios, por lo que se refiere a las vistas generales de la superficie terrestre, sólo se ha roto en el último cuarto de siglo XX con las fotografías por satélite. De ese modo, “Lo que desde finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI –como si tratara de una novedad que haya aparecido sólo hace poco tiempo entre nosotros- se encomia o vitupera en los medios de masas como ‘globalización’, representa un momento posterior y fraudulento de un suceso cuyas verdaderas dimensiones solo aparecen cuando se entiende la Edad Moderna, con toda consecuencia, como el tránsito de la especulación meditativa sobre la esfera a la praxis de su aprehensión” (WK, p. 46).

En ese contexto, no es la pérdida del centro lo que caracteriza la Edad Moderna, sino la pérdida de la periferia. Virtualmente cualquier lugar sobre una esfera circundable puede ser afectado, incluso desde la mayor lejanía, por transacciones entre competidores. Ello explica el surgimiento del capitalismo y de las grandes riquezas. El tráfico es el prototipo del movimiento moderno y la base del sistema económico: el movimiento reversible. El Comercio se hace con riesgo: así como la miseria vuelve inventivo, el crédito vuelve empresario y el capital conseguido a riesgo con crédito, ha de retornar con sus respectivos beneficios a su lugar de origen. Por ello, el cambio de propiedad interdinástico refleja la naturaleza especulativa de los primeros procesos de globalización. De ahí que “Resulta un tanto ridículo que el periodismo de hoy pretenda identificar en los movimientos más recientes del capital especulativo el motivo real del shock de la forma del mundo llamada globalización”. El sistema universal del capitalismo se estableció, desde el primer momento bajo los auspicios, mutuamente implicados, de globo y especulación. (WK, p. 64). De manera que el hecho primordial de la Edad Moderna no es que la Tierra gire en torno al Sol, sino que el dinero lo haga en torno a la Tierra.

Es por ello también que la Fortuna (Oh, fortuna imperatrix mundis) aparece por doquier como la diosa de la globalización par excellence. De ello da buena cuenta el personaje de J. Verne en la vuelta al mundo en ochenta días, del proceso de la modernidad como proyecto de tráfico con suerte. También da cuenta esa literatura fantástica de que en una civilización técnicamente saturada ya no existe aventura alguna, sino sólo el riesgo de retraso. De ahí que los europeos, tras el shock de la circunvalación terrestre se refugien en falsas designaciones, que simulan lo familiar de siempre en lo nuevo insólito. En esa medida, el romanticismo del mar, como el de los montes, es una invención del moderno sentimentalismo ciudadano.

No obstante, también debemos considerar a la modernidad como la época de la invención de la subjetividad, piedra de toque de la globalización. Al respecto de esta invención, sus orígenes parecen darse en una configuración histórica ecléctica, que permite afirmar todavía la preponderancia de la premodernidad en el conocimiento (la creencia en la alquimia y la astrología, el privilegio del latín como lengua conductora del conocimiento), y la afirmación de la racionalidad científica como conocimiento con pretensiones de verdad y objetividad. También en la pretensión de dominación de la naturaleza, y por ello es justo referirse a Francis Bacon (1561-1626), así Sloterdijk insista en que más a los adelantados portugueses, con su afirmación de que ‘el conocimiento es poder’ o a René Descartes (1596-1650) y su intención de fundamentar el conocimiento sobre bases ciertas y seguras, a través de la instrumentalización del escepticismo.

Con todo, quiero afirmar que Montaigne, y ello incluso a pesar de que Sloterdijk prácticamente lo soslaya, juega un papel de catalizador de la globalización. Qué debe Descartes, Hume, Kant, entre otros, (y de paso, la globalización) a Montaigne? Lo mismo que han de deber los tiempos futuros a Sloterdijk. A mi modo de ver, la actitud que denuncia la fabilidad de los medios para alcanzar la certeza, valga decir, la histórica, la duda radical punto de partida de todo conocimiento, y la desconfianza en el convencimiento de la argumentación y en las autoridades científicas. Todas estas posiciones, de algún modo, constituyen elementos del ajuar escéptico, del particular modo de ver el mundo de estos autores modernos, que presentan un aire de familia. El inicio de la globalización modernidad en clave de la invención de la subjetividad está marcado por una renuncia a las autoridades filosóficas (en especial a Aristóteles) y por una búsqueda de nuevos puntos de vista. Si se admite que la invención de la subjetividad moderna parte de un rompimiento con la filosofía aristotélica o de la distinción definitiva entre razón y fe, de una desinhibición, se tendría que reconocer que en la invención de esa subjetividad de la moderna se encuentra Montaigne. Independientemente de esta discusión histórica, cabe llamar la atención sobre la posición que ocupa Montaigne y lo que ello significa para una teoría filosófica de la globalización: se encuentra justo en el punto intermedio entre la Edad Media tardía y la temprana Edad moderna. Pero, ¿por qué precisamente un escéptico es el que se encuentra en tal posición? Al parecer las posiciones consecuentes con el escepticismo fungen el papel de catalizadores necesarios para que se produzca el paso de una forma de pensar a otra, es decir, funcionan como oxigenadores, cuando las corrientes dogmáticas no llegan a ninguna solución. Por otra parte, es digno de anotar que si el espíritu escéptico de Montaigne hubiera predominado en la modernidad y no el cartesiano, quizá hoy la llamada razón instrumental no habría causado efectos tan devastadores. La pregunta es ¿Qué habría sido de la modernidad si hubiera predominado el pensamiento de Montaigne? Dicho sencillamente, si el egoísta moderno le hubiese creído a la tesis de Montaigne según la cual los hombres no somos superiores a los animales, el número de las especies en vías de extinción, es sólo una conjetura, sería menos dramático. Las consecuencias de la tesis de la superioridad de los humanos son ostensibles. A lo mejor la ciencia también tendría una constitución distinta; pero la práctica de determinar retrospectivamente qué habría sido de la historia, es a menudo algo que lleva a los arrepentimientos.

El caso es que darse el beneficio de la cronología acerca de la cuestión de la precisión de los comienzos de la invención de la subjetividad moderna, en términos del conocimiento, lleva a citar un fárrago de hechos que pueden abarcar V siglos de Historia -la imprecisión misma!, que no dan cuenta del fenómeno: la llamada afirmación de la conciencia, la positivización del conocimiento en ciencia, la pretensión de dominio de la naturaleza, y que no se compadecen de otras consideraciones que sostienen que su comienzo puede ser determinado, por ejemplo, específicamente en el surgimiento de la burguesía como clase social (a cuyo comienzo siempre se refiere al esplendor de los Medici o de los Fugger), o a la reforma protestante (1517) comenzada por Lutero, pero permite afirmar que en la transición del siglo XVI al XVII se deja entrever con más claridad dicho comienzo.

La invención de la subjetividad moderna tiene sus asientos en 1. la afirmación de la oposición sujeto-objeto -la distinción cartesiana entre res cogita y res extensa-, pero también, insistimos, en la confrontación entre el escepticismo relativista y el racionalismo fundacionalista (Montaigne 1533-1592, Pascal, (1623-1662)), en la creencia en el poder explicativo del método hipotético deductivo (Descartes), en la afirmación de las matemáticas y de la física como modelos paradigmáticos del conocimiento (Descartes, Spinoza (1632-1677), y caracterizándose de ese modo como una época en que surge una nueva ciencia (epistemología) y un florecimiento científico con pretensiones de verdad diferentes a las de la autoridad eclesial medieval europea, es decir, 2. en el proceso histórico de reforma protestante, pero también de desinhibición y secularización del conocimiento y de su poder social y económico, caracterizándose como una época de crisis de la iglesia católica-romana como forma de poder, 3. y en un lapso de tiempo significativo que se remonta incluso al s. XII, y que da lugar a una nueva clase social, la burguesía, caracterizándose por el enriquecimiento de las naciones colonialistas –lo cual tiene más que ver con el auge de la universidad moderna europea que el descubrimiento de América, hecho el cual por sí solo no generó todas las fuentes necesarias para la financiación de dichos centros educativos-, la defensa de la propiedad privada y de la libertad individual, (Locke 1632-1704) y por el surgimiento de la ciencia empírica económica, 4., pero sólo en última instancia, por el iluminismo o la ilustración (y a pesar de que la Revolución Francesa y la redacción del opúsculo de Kant, Respuesta a la pregunta: ¿qué es la ilustración son del s. XVIII), caracterizado como la actitud razonable de pensar al margen de tutorías dogmáticas.

En conclusión, la invención de la subjetividad moderna se da en el contexto de una época histórica en la que la no sólo ciencia se convierte en un conocimiento privilegiado y estimado por su método racional, sino en la que ello tiene por consecuencia colateral la crisis de la religión como paradigma omnicompresivo-explicativo, y de la iglesia como poder socio-económico dominante, y de la nobleza aristocrática como clase dirigente.

Tercera globalización: del cosmopolitismo al palacio de cristal o provincialismo (Dostoievski)

La cuestión sobre los orígenes de subjetividad moderna europea arroja luces sobre la cuestión debatida de los supuestos orígenes de la posmodernidad y de la nueva discusión sobre la globalización y la historia de las relaciones internacionales, en la medida en que es posible definir estos conceptos por contraste. Hemos visto que el caso es que pretender determinar ingenuamente un comienzo único, una fecha precisa (como decir, v. g., que la modernidad comienza con el descubrimiento de América o con la revolución francesa) lleva a soslayar otros hechos constitutivos de la globalización y que quienes así lo hicieren están abocados a defender una postura metafísica fuerte, apelando por ello a una visión omnicomprensiva de la historia. Si ello es así, previsiblemente puede afirmarse que con la teoría que trata de dar cuenta del origen de la subjetividad posmoderna ha de ser del mismo modo y que no es posible indicar un comienzo único, aunque sí determinados síntomas del agotamiento de la subjetividad posmoderna. Estos síntomas pueden ser: 1. Relativismo conceptual. No hay hechos puros, objetivos, sino interpretaciones de éstos; el paradigma científico no afirma tanto su racionalidad, sino más bien su traducibilidad o razonabilidad, y no se detenta como la única o la más cierta posibilidad de conocimiento. 2. Fin de las teleologías o desencantamiento del mundo. La llamada por Nietzsche, ‘muerte de dios’. Los individuos globales admiten creencias incompatibles y eclécticas, y tienden más al agnosticismo o al ateísmo. (iii) Capitalismo corporativo. Los estados-nación han cedido poder a intereses particulares que se imponen mundialmente y que configuran un orden de poder en consonancia con esos intereses. (iv) Banalización o anti-ilustración. Antes que a pensar por sí mismos, la profusión de información proporcionada por los medios de la ‘cultura de masas’ ha llevado a los individuos a una estupidez sistemática, pues la educación ya no está tanto en manos de tutores o centros educativos, como de dichos medios.

La característica primordial de la subjetividad posmoderna es la densidad. Allí donde reinan las condiciones de densidad, la falta de comunicación entre los agentes no es plausible, en la misma medida en que tampoco lo son los dictados unilaterales, ni siquiera los de la ciencia, ni los de la corporación. La elevada densidad garantiza la resistencia permanente del entorno contra la expansión unilateral, una resistencia que desde el punto de vista cognitivo se puede calificar como entorno estimulante para los procesos de aprendizaje, puesto que los actores suficientemente fuertes en medios densos se hacen unos a otros inteligentes, cooperativos y amistosos (y, como es natural, también se trivializan entre sí). Demos ejemplos de esa resistencia permanente, en el caso de la ciencia, las nuevas formas de conocimiento: coaching, redes, micromundos (second life); en el caso del macrogobierno corporativo, los fenómenos de antiglobalización. Esto es así porque se interponen efectivamente el uno en el camino del otro, y han aprendido a equilibrar intereses opuestos. Al cooperar tan sólo con las miras puestas en el reparto de beneficios, dan por supuesto que las reglas de juego de la reciprocidad también son evidentes para los demás.

A causa de la densidad, la inhibición se transforma en nuestra segunda naturaleza. Allí donde se manifiesta, la agresión unilateral adopta la apariencia de una utopía que ya no se corresponde con ninguna praxis. La libertad para actuar obra entonces como un motivo de cuento de hadas procedente de la época en que la agresión aún prestaba algún servicio. Toda expansión unilateral demuestra que todavía existen condiciones previas a la densidad. La densidad conlleva lo siguiente: la fase en que la praxis unilateral desinhibida tenía éxito ha llegado, en lo esencial, a su término, sin que podamos descartar alguna que otra secuela violenta. Los actores han sido expulsados del jardín de Edén en el que se prometía la salvación a los unilaterales (PC, p. 16).
Con ello hemos demostrado que, y cómo, el complejo de estos hechos atropellados, heroicos y deplorables que hubo de entrar en los libros bajo el nombre de ‘historia universal’; y por qué la historia universal en esa acepción de la palabra, ha concluido definitivamente. Si ‘historia’ designa la fase de éxito del unilateralismo […], los habitantes de la tierra vivimos hoy inequívocamente en un régimen poshistórico.

Quizá ha llegado el momento de tomar al pie de la letra las grandes frases de Sloterdijk.

Bibliografía

-Beck, Ulrich, Risikogesellschaft. Auf dem Weg in einer andere Moderne, Suhrkamp Verlag: Frankfurt, 1986.

-Espósito, Carlos D., Soberanía y ética en las relaciones internacionales: Contextos superpuestos, Isegoría Nº16, CSIC: Madrid, 1997.

-Jiménez Peña, Gabriel, Globalización incluyente y excluyente: cultura e identidad cultural en un contexto globalizado. En: Revista Suma Administrativa No. 2, Noviembre de 2006.

- Montaigne, Ensayos, Tomo II, Traducción de María D. Picasso y Almudena Montojo, Barcelona: Altaya, 1994.

- Sexto Empírico, Esbozos Pirrónicos, Traducción de Teresa Muños y Antonio Gallego, Madrid: Gredos, 1973.

-Sloterdijk, P., (WK) Im Weltinnenraum des kapitals. Für eine philosophische Theorie der Globalisierung, Suhrkamp, Frankfurt, 2005.
____________, (PC), El palacio de cristal, Conferencia pronunciada en el marco del debate “Traumas urbanos. La ciudad y los desastres”. CCCB, en el centro Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona 2004. Disponible en: http://labola.wordpress.com/2007/11/24/el-palacio-de-cristal-sloterdijk/ Sitio en Interne: Online: 20.07.2008


Sitios en Internet

- http://www.petersloterdijk.net/ [On-line: 23.04.2008]
- http://philosophischebemerkungen.blogspot.com/ [On-line: 23.04.2008]

Tuesday, July 08, 2008

solitudes

El interior representa para el hombre privado el universo. En él congrega la lejanía y el pasado. Su salón es un palco en el teatro del mundo. W. Benjamin., Illuminationen.

Friday, June 27, 2008

Interesante

"Interesante es lo que ha recorrido ya la mitad del camino hacia la fealdad". Sloterdijk, Im Weltinneraum des Kapitals.

Wednesday, June 25, 2008

Conditio Humana

"Quien entiende su situación sobre la tierra se hace cuentas de que nadie sale vivo de este sitio". Sloterdijk, Im Weltinneraum des Kapitals.

Saturday, June 21, 2008

Friday, May 30, 2008

Recordando a Porfirio

Jorge Luis Borges
1964
I
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna ni los lentos jardines.
Ya no hay una luna que no sea espejo del pasado, cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes que acercaba el amor.
Hoy sólo tienes la fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde (repites vanamente) sino lo que no tiene y no ha tenido nunca, pero no basta ser valiente para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra y te puede matar una guitarra.
II
Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo; un instante cualquiera es más profundo y diverso que el mar.
La vida es corta y aunque las horas son tan largas, una oscura maravilla nos acecha, la muerte, ese otro mar, esa otra flecha que nos libra del sol y de la luna y del amor.
La dicha que me diste y me quitaste debe ser borrada; lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo que me queda el goce de estar triste, esa vana costumbre que me inclina al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
//

Monday, May 05, 2008

aire de familia entre dos nociones del sentido común

'Un hombre es tan duro con otros como lo es consigo mismo', tiene un aire de familia y cabe preguntarse si va en el mismo sentido que aquel otro aserto según el cual 'cuando uno piensa algo sobre sí mismo, es porque alguien ya lo ha pensado sobre uno'.

Tuesday, April 22, 2008

Al César lo que es del César

César dice:
Ja ja ja ja ja
César dice:
Podría despertar una profunda polémica o simplemente pasar desapercibido ese post, cualquiera que sea la consecuencia, me atengo a esta

msn

Radek Budde dice:
ole
Radek Budde dice:
novo bello?
Radek Budde dice:
plop!
César dice:
Je je je
César dice:
Quiuuuubo
César dice:
¿Cómo va?
Radek Budde dice:
va bene
Radek Budde dice:
y la bambina también
Radek Budde dice:
yo sé que tu tiempo ahora es más costoso
Radek Budde dice:
así que voy a ir al punto
Radek Budde dice:
quiero preguntarle algo
Radek Budde dice:
riccone
César dice:
Ja ja
César dice:
Cuente no más
Radek Budde dice:
la estoy pensando
Radek Budde dice:
la pregunta
Radek Budde dice:
mire
Radek Budde dice:
es sencilla
Radek Budde dice:
una mujer le dice a ud. que para ir a un lugar necesita
Radek Budde dice:
algo así
Radek Budde dice:
como una ...
Radek Budde dice:
motivación extra
Radek Budde dice:
aparte de lo que ud. atisba ofrecer
Radek Budde dice:
?
César dice:
?
Radek Budde dice:
cito:
César dice:
Guau, estea muy abstracta la pregunta
César dice:
Por favor cite
Radek Budde dice:
pues suena como interesante la cosa... puede ser, puede ser.... y aparte del cumple, cuál sería la otra motivación para ir???
Radek Budde dice:
Faltan las comillas
Radek Budde dice:
es textual
César dice:
Ooooh
Radek Budde dice:
(sic)
César dice:
¿El cumpleaños de quién?
Radek Budde dice:
no importa
Radek Budde dice:
o sí?
Radek Budde dice:
qué tanto?
Radek Budde dice:
aaaaaaaaaay
Radek Budde dice:
y luego,
Radek Budde dice:
No mentiras sr profesor... si algo pues por allá puedo ir apareciendo, de pronto con mi amiga 'furufufui medieta'. Pero si no puedo ir por alguna cosa, pues nos hablamos a ver cuándo tienes tiempo para q yo pueda invitarte la avena Alpina o un kumis Cirano... vale
César dice:
Naaah?
César dice:
Pues yo opino que no significa nada entonces
César dice:
Simples ganas de confundir
César dice:
Con la avena alpina o un kumis cirano se delató
César dice:
¿Va perdiendo la materia?
César dice:
?Es fea?
Radek Budde dice:
yo estoy muy disminuido en la capacidad para seguir eso
Radek Budde dice:
no es estudiante mía y nunca lo fue
César dice:
Obviamente de quién sea el cumpleaños y en donde son factores importantes
Radek Budde dice:
ya se graduó del rosario
Radek Budde dice:
es mi cumpleaños?
Radek Budde dice:
!
César dice:
A caray ?cuando es?
César dice:
A pues sígale el juego, no importa, dígale que hay buena rumba, gente amena y que no se haga de rogar, y listo
César dice:
A caray ?cuando es?
César dice:
A pues sígale el juego, no importa, dígale que hay buena rumba, gente amena y que no se haga de rogar, y listo
Radek Budde dice:
voy a contestarle con sus palabras
Radek Budde dice:
son sinceras
Radek Budde dice:
O todo es una mentira?

Sunday, April 20, 2008

Realpolitik

„ Realpolitik orientiert sich eng an den als real anerkannten Bedingungen und Möglichkeiten" unter http://de.wikipedia.org/wiki/Realpolitik.

La política siempre puede terminar degenerando maquiavelicamente en el esfuerzo por parte de los gobiernos de desviar el foco de atención de la opinión pública lejos de lo que realmente importa. el buen político se caracteriza por decir: el tema es otro. hay un sustrato, una parte sucia, algo que esconder: necesitamos alguien que saque nuestra basura, que nos libre un poco de la podredumbre. y mientras ello ocurre es mejor que quienes lo hagan mantengan un bajo perfíl. que sepan bajar la cabeza como los girasoles lo hacen ante el sol, y permitan que los otros egos disfruten de su autocomplacencia.

Wednesday, April 16, 2008

Onde Anda Meu Amor: copy/paste

Onde Anda Meu Amor
Tche Guri
Composição: Elton Saldanha / Vaine Darde / Luiz Carlos Borges
Onde anda o meu amor?O que será que aconteceu,Andará pensando em mimOu será que me esqueceu?Não flores nas calçadas, nem nas ruas, nem nos parquesSó uma cor abandonada florescendo em toda parte"Arresponde" companheira o que se deu alo largoQue já não existem flores pelos caminhos do pagoAs madressilvas enfermas choram pétalas feridasAmão do vento recorre na solidão da avenidaHá uma semente dormindo em cada dia nubladoÉ o perfume para um coração geladoSem a cor do teu amor andarei pelas taperasO verão não terá flor se faltar a primaveraO amanhã não existe onde há árvore desnudaOnde vão nascer as flores dos poemas de NerudaDa cordilheira ao deserto as flores nascem por siVou te ver, meu amor, espere por mimVou te ver, meu amor, espere por mim

Thursday, April 10, 2008

Rayuela

En realidad no es tan fácil como creen los adultos; es una cosa de niños: se trata de saltar sobre un píe. sólo usando uno! para un niñ@: no los dos. lo aprendimos, en efecto. nos hemos visto esforzándonos para saltar en un píe; jugando a la golosa. eso no es: lo interesante es cuando vemos a una niñ@, no pueden sostenerse en un sólo píe mientras buscan brincar.

Tuesday, April 08, 2008

Por sus errores los conocereís


No se conoce bien a un hombre hasta tanto no se determine cómo escribe -otros lo logran saber sólo a través de una lucha cuerpo a cuerpo: así sí se debe saber quién es el otro! se trata, por otro lado, de la trampa de la escritura; un hombre podría ser hasta elocuente habiéndoselo propuesto y con todo, escribir con mala ortografía. no es bueno permitirse la falta así la gramática se desmorone. hay que ser muy quevediano para sostener que los caballeros tienen mala ortografía. hay que ser muy maquiavelico para proponerse tener mala ortografía; como escriben los postadolescentes de hoy en los medios virtuales, la k reemplaza la q y no querría dar cuenta de más errores: por ellos os haréis una clara idea de su gran imbecilidad.

Thursday, April 03, 2008

mundano

hastiado del asco del que hago parte, me pregunto: ¿por qué dijiste Scheller ( „„Der Genius des Krieges“), yo soy como la flecha, muestro el camino pero no lo sigo? ¿Acaso llegaste a dar en verdad tal explicación -que no justificación-, cuando se te requería -me contaron, que el rector?, ¿qué debo pensar de quien me lo narró como una anécdota filosóficamente jocosa -interesante?, ¿por qué lo sabes tú?, ¿a quién le has ganado, como para decir que entendíste algo?

Monday, March 31, 2008

Pescando en río revuelto

matan a un hombre por un mango; se habla de un caso de intolerancia. un niño muere y dos permanecen en cuidados intensivos en el hospital universitario de cali al haber sido atacados por gatos con rabía en santander de quilichao; el ministro de protección social habla de campañas de prevención en lugar de vacunas para los niños y los animales: ministro, muchas gracias. el ministro de agricultura crítica las políticas del banco de la república sosteniendo que ellas sólo llevan a enriquecer a unos yuppies de new york y de bogotá. nueva tragedía de niño con arma de fuego que ultima a su primito de la misma edad en lúgubre juego de vaqueros. américa, el equipo de la victoria silenciosa: juego a puerta cerrada. desplazados de santander esperan soluciones de vivienda: qué difícil situación. ricky martin sigue luchando para proteger los derechos de los niños. wow! gánate uno de los sueldos de un millón por un año. neguvon de bayer elimina los parásitos. ... otra de 15 años y a un menor de 14 años intoxicados con Nevugon, un fuerte químico industrial y que produce graves daños a al salud. De los tres casos, ... asista a los foros sobre la televisión digital. por una colombia sin tos. quitar las manchas es así de sencillo. capturan a congresistas miguel pinedo y alonso ramírez y se entregó luis f. velasco por parapolítica. cada tres días se suicidó un joven en bogotá en 2007, según medicina legal. la guerrilla acusa a estados unidos de haber disparado un misil desde la base aérea de tres esquinas, en el caquetá, durante el ataque contra el campamento de las farc en territorio ecuatoriano, en el cual fueron asesinadas 24 personas. los empresarios están preocupados por una desaceleración de la economía. el embarazo en adolescentes es una problemática cultural (sic). bogotá no tiene otra salida que endeudarse para construir el metro. hola, buenaas noches, en el clásico del descenso...

Monday, March 17, 2008

Feitinha pro Poeta

Feitinha pro Poeta
Bossacucanova
Composição: (Baden Powell - Lula Freire)

Ah! Quem me dera ter a namorada
Que fosse para mim a madrugada
De um dia que seria minha vida
E a vida que se leva é uma parada

E quem não tem amor não tem é nada
Vai ter que procurar sem descansar
Tem tanta gente aí com amor pra dar
Tão cheia de paz no coração

Que seja carioca no balanço
E veja nos meus olhos seu descanso
Que saiba perdoar tudo que faço
E querendo beijar me dê um abraço

Que fale de chegar e de sorrir
E nunca de chorar e de partir
Que tenha uma vozinha bem macia
E fale com carinho da poesia

Que seja toda feita de carinho
E viva bem feliz no meu cantinho
Que saiba aproveitar toda a alegria
E faça da tristeza o que eu faria

Que seja na medida e nada mais
Feitinha pro Vinícius de Moraes
Que venha logo e ao chegar
Vá logo me deixando descansar

Tuesday, March 11, 2008

A propósito de Caballero -pensando en los intersticios

Quienes han seguido a Caballero en sus columnas en Semana (a otr@s les gustara su única novela, a otr@s sus caricaturas, a otrOs su periodismo taurino), pueden descubrir una vez más la insistencia de Caballero en su diágnostico del conflicto: tanto la guerrilla -como los paras- son 'SINTOMAS del problema'. Pero luego sostiene crípticamente -muy en su estilo- que el problema es histórico. Se puede en este punto entender o no a Caballero.
Por una lado, sorprende su afirmación espuria, según la cual "y una consecuencia del problema, como una llaga purulenta es el síntoma y la consecuencia de una infección, pero no es la infección. El problema, o la infección, es histórico: viene de ayer, y hay que resolverlo para mañana: no basta con cauterizarlo hoy, dejándolo vivo y exacerbado en el torrente interno de la sangre". Nos describe el problema en términos de una enfermedad, cuyo nombre podemos presumir. Asistimos, pues a la vaguedad.
Lo interesante de ella es que nos deja la posibilidad abierta de pensar cuál es esa enfermedad -que se deja pensar los intertisticios; propone volver sobre los hechos para constatar tentativamente un lugar común: que la violencia ha engendrado violencia, y que con ella se pretendió dar solución a un problema original.
Cabe preguntarse por qué este problema es político; no basta con decir que la solución en Colombia es política.

Wednesday, February 27, 2008

Esbozo de una lectura crítica de ‘Caminos del reconocimiento’ de Paul Ricoeur en clave analítica

Esbozo de una lectura crítica de ‘Caminos del reconocimiento’ de Paul Ricoeur en clave analítica

„Im Rennen der Philosophie gewinnt, wer am langsamsten laufen kann. Oder: der, der das Ziel zuletzt erreicht“.
Wittgenstein.


Este escrito tiene su punto de partida en una lectura de Caminos del reconocimiento (citado como PR: Parcours de la Reconnainssance en adelante) de Paul Ricoeur[1]. En éste se pretende presentar nada más que preliminarmente o a modo de esbozo lo que podría ser una teoría crítica del reconocimiento[2], que se distancia de la teoría ricoeriana, específicamente en tres puntos: (I) en el criterio que escoge Ricoeur como guía para analizar el reconocimiento en tanto filosofema: la llamada por él ‘polisemia regulada’, (II) en la teoría de la identidad-reconocimiento ricoeriana y (III) en su comprensión del reconocimiento como una capacidad o como una cuestión de agencia de los individuos, antes que como un funcionamiento, en relación con el enfoque evaluativo de Amartya K. Sen. Se trata de una lectura cuyo propósito es hacer coherente una teoría del reconocimiento, por un lado, con un análisis filosófico más afín a la llamada la ‘filosofía analítica anglosajona’, por contraste con el análisis de Ricoeur, sostenemos, influido más por ‘filosofía continental’, y por el otro, a una interpretación de la filosofía de la economía que aboga por el desarrollo y el bienestar, y no tanto por una política social del reconocimiento.

A fin de que este distanciamiento sea inteligible, es necesario comenzar por hacer una distinción entre estos dos tipos de filosofía. En una página sobre Ricoeur se afirma que el autor: “permanece para muchos el modelo real de intelectual, atento a los eventos y tratando de responder a ellos, no como un maestro filósofo, sino simplemente como un pensador. Un mediador ejemplar, que se sitúa él mismo en el cruce de caminos de tres grandes tradiciones filosóficas: la filosofía reflexiva francesa, la así llamada filosofía continental y la filosofía analítica anglosajona”[3]. Nos preguntamos hasta qué punto la segunda parte de esta afirmación es cierta para la teoría del reconocimiento esbozada en ‘Caminos del reconocimiento’, esto es, en qué medida Ricoeur se sitúa en el cruce de caminos de tres tradiciones filosóficas, y en particular si hace justicia a una de las tradiciones filosóficas: la ‘filosofía analítica anglosajona’.

El término ‘filosofía analítica anglosajona’ es una expresión remoquete o sombrilla (umbrella) corrientemente usada en la historia de la filosofía para designar un tipo diverso de tendencias filosóficas y técnicas argumentativas. Es relativamente fácil identificar a la filosofía analítica y a sus representantes, si bien es difícil determinar con precisión cuáles serían los criterios para distinguir a este tipo de filosofía de las otras. Con todo, la filosofía analítica, podemos decir en un intento negativo de definirla, no es manifiestamente una escuela, doctrina o un cuerpo de proposiciones aceptadas (corpus). Se le llama ‘anglosajona’, porque la mayoría de los filósofos analíticos escribe en lengua inglesa para otros filósofos que hablan esa lengua, publican de preferencia ‘papers’ o reseñas críticas de opinión y hacen uso de una pretendida técnica conocida como ‘análisis filosófico’. Este tipo de análisis, usado en principio por Locke, Hume y Kant, tiene por objeto no tanto el lenguaje per se, sino más bien, por lo menos en Russell y Moore, conceptos y proposiciones. Se prefiere el análisis de éstos, a la luz de los autores mencionados, en virtud de que se asume que la realidad carece de una forma lógica. En ese sentido, este tipo de filosofía propone un cambio del subject-matter de la disciplina. En el Wittgenstein del Tractatus, la estructura del lenguaje refleja la estructura del mundo; cada proposición significativa puede ser analizada en sus partes atómicas, las cuales relevan las unidades mínimas constitutivas de la realidad. Esta idea, a la que el filósofo de Viena renunciara en sus obras posteriores, ejercerá luego una poderosa influencia sobre Ayer, Carnap y Popper, y servirá de base para el positivismo lógico[4]. A partir de las ideas del ‘último Wittgenstein’, el cual se centra en el análisis del lenguaje ordinario, surgirá la llamada ‘filosofía del lenguaje’, cultivada por los representantes de la Oxford philosophy[5].

(I)

Una de las pretensiones declaradas explícitamente por Ricoeur en PR es hacer filosofía del lenguaje ordinario: “Como buen alumno de buena escuela británica del lenguaje ordinario, he intentado descifrar las significaciones según su contexto singular de uso en la lengua común” (PR, 15). Su propósito es realizar un análisis del concepto de reconocimiento acudiendo a las definiciones de diccionarios franceses (Littré, 1892 y Robert, 1985)[6], apelando al recurso técnico que llama ‘polisemia regulada’ basado en la lexicografía, el cual enfatiza, sostiene, un sentimiento de una deficiencia semántica observable en el tratamiento temático filosófico de reconocimiento. Ricoeur identifica problemáticamente el lenguaje ordinario con las definiciones del diccionario; si bien el diccionario trata de abarcar todas las acepciones del lenguaje ordinario, con todo, por un lado, esta herramienta lingüística hace referencia a las acepciones de una palabra de una lengua en particular, en este caso el francés, y por otro, resulta que en cada lengua particular hay una maraña de acepciones en el diccionario cuyos elementos no parecen tener que ver entre sí, no sólo en la lengua francesa, 23 acepciones, sino en otras ­-17 acepciones en el diccionario español de la RAE o en alemán voces diferentes erkennen y anerkennen-. Un punto más problemático sería que partir de las definiciones de diccionario haría del reconocimiento un fenómeno específicamente humano, cuando intuitivamente se puede establecer que otros seres son capaces de reconocimiento. Sobre ello volveremos más adelante. El punto es que no se sigue que haya una regla que Ricoeur afirma para la práctica lingüística en general, basado en sus ‘ideas madre’ (PR, p. 26); habría que acudir a todos los usos de la expresión en diferentes lenguas, convertida en un concepto en su forma sustantivada en el título de la obra, para hacer filosofía del lenguaje ordinario. En ese sentido, causa verdadera perplejidad en el plano filosófico esa diversidad de usos de las lenguas particulares. La escogencia de la regla basada en la lexicografía francesa es una petitio principii cuyo valor filosófico siempre puede ser puesto en cuestión, y en esa medida Ricoeur se distanciaría de los criterios de análisis filosófico de la filosofía analítica anglosajona.

El principio de la polisemia regulada -eso que Ricoeur llama ‘lo no dicho’-, no necesariamente tendría que, como propone el filósofo francés, dar un paso de la voz activa (reconocimiento-identificación), a través de la reflexibilidad (reconocerse a sí mismo), a la pasiva (reconocimiento mutuo). Lo que proponemos es que, aceptando que el principio de la polisemia ricoeriana es más bien arbitrario, el fenómeno del reconocimiento se explique a la luz de dos distinciones –me estoy refiriendo a las elaboradas por J. L. Austin de How to do things with Words: (a) la que diferencia entre las afirmaciones susceptibles de ser verdaderas o falsas, v. g., las proposiciones, que consisten en una descripción, v. .g, ‘reconozco ese vestido’ y (b) las afirmaciones-actos, como por ejemplo, ‘por medio de la presente reconozco’, que constituyen actos performativos. En otras palabras, distinguimos con G. Evans, Varieties of Reference (1982), tres tipos de reconocimiento-identificación: (i) la reconocimiento-identificación demostrativo, (ii) la auto-identificación reconocimiento y (iii) el reconocimiento basado en la identificación. Ello, a fin de explicar que hay dos tipos de reconocimiento en general diferentes, uno que pueden llevar a cabo no sólo los humanos sino también los animales y las máquinas (i), y otro que es específicamente humano (ii) y (iii). Para el caso estrictamente filosófico, vale la pena llamar la atención sobre las definiciones estipulativas, en las que el filósofo, en un acto de performancia, crea un nuevo sentido de reconocimiento. Lo que sostenemos es que el reconocimiento es una acción, pero puede ser que ello no pueda ser visto en la lexicografía filosófica: precisa ser visto más allá del diccionario, a través de distinciones analíticas.



(II)

Una filosofía de la acción analítica, en el sentido de Davidson[7], puede partir de un hecho más evidente en un diccionario y es la característica que comparten todas las acepciones: todas son acciones de alguien o algo y todo reconocimiento es un modo de identificación. La explicación que proponemos parte de lo más básico en función de la acción de identificar. Primero respondería a la pregunta general por el agente de la acción: ¿quién o qué reconoce y a través de qué medios?

(i) ¿Quién o qué reconoce? Un atisbo de respuesta puede ser que, por un lado, el reconocimiento en el sentido demostrativo no es necesariamente humano, pues los animales[8] y los objetos[9] pueden reconocer y, por otro, hay un agente que causa intencionalmente la acción de reconocer, directa o de modo derivado como en el caso de la tecnología[10]. Este tipo de reconocimiento supone percepción (Evans, 1982, p. 143). Los animales y los microorganismos, o cualquier ser capaz de reconocer –no sólo el hombre es capaz-, son capaces de intencionalidad derivada o directa. El papel que juega el lenguaje en la acción es fundamental; el reconocimiento no se produce si no media el lenguaje, el lenguaje es el instrumento por medio del cual se lleva a cabo el reconocimiento. En el encuentro entre Ulises y Argos, el suceso hubiera constituido un acontecimiento insignificante, en el sentido de Davidson, si el perro no hubiese movido la cola y reconocido con ese movimiento a su amo, y a pesar de los cambios de algunas cualidades físicas del héroe. Para que se produzca el reconocimiento, en el caso del ordenador o el artefacto, éste debe emitir un signo de ‘successful done o recognized’.

(ii) ¿A través de qué medios? Ricoeur en un claro distanciamiento de la filosofía analítica anglosajona, urde un entramado conceptual que va desde Descartes hasta Proust, pasando por el Kant de la primera versión de la K. R. V.[11], el Husserl de Krisis[12] y el Heidegger de Holzwege[13]. Ello con el propósito de construir hermenéuticamente una dialéctica del aparecer-desaparecer-reaparecer, centrando su atención en la función del tiempo en la identificación, y criticando la concepción kantiana de éste, por depender de la representación. No obstante, ello tiene por consecuencia que sólo que sólo se toque de pasada el concepto de identidad[14], que permite una explicación del proceso de identificación, y por ello de reconocimiento, en la filosofía analítica anglosajona.

Acudiendo a una lectura de Locke por J. L. Mackie[15], la identidad y la diversidad se forman cuando la mente considera un ente en un tiempo y lugar actual determinados, en relación con otro tiempo (quizá anterior). La identidad consiste, pues, en que las ideas que se atribuyen a los entes en el presente, no varían en comparación con una existencia previa: cuando se toma un objeto X se puede decir que ese objeto es el mismo objeto X’ percibido en otro tiempo, y ello se puede afirmar a pasar de que el objeto ha sufrido cambios. En palabras de Mackie, la noción de identidad (en Locke y en Hume) está esencialmente conectada con la persistencia en el tiempo de ciertas partes constituyentes (requirements). A Locke le interesa explicar, entonces: “lo que queremos decir cuando pretendemos que algo que existe en un tiempo posterior T2 es idéntico con algo que existió en un tiempo anterior T1 y cómo justificamos esto cuando lo decimos” (Mackie, 1976, p. 141). El argumento que ofrece Locke a favor de su noción de identidad es que, dado que dos cosas de un mismo tipo no pueden existir en el mismo lugar y en el mismo tiempo, se puede concluir que cualquier cosa que exista en cualquier lugar y tiempo excluye todo aquello de su mismo tipo. Es decir, hay una identidad de la misma cosa consigo misma (‘(the thing) was the same with it self and no other’). Por ello, según el filósofo inglés, un ente no puede tener dos comienzos de existencia, ni dos entes un mismo comienzo, pues es imposible que dos cosas del tipo existan en el mismo instante y en el mismo lugar, o que una y la misma cosa existan en lugares distintos. Por consiguiente, la igualdad de una substancia a través del tiempo está constituida por la continuidad espacio-temporal de una cosa del tipo en cuestión. El estudio empero debería resolver la cuestión de qué sucede con la tesis según la cual dos cosas no pueden existir en el mismo espacio-tiempo, si se acepta que la mente puede ser idéntica con el cerebro o que un rayo de luz es idéntico a una descarga eléctrica; la pregunta: ‘¿esto está en el mismo sitio que aquello?’ no provee, pues, de ningún criterio seguro y útil para decidir en tales casos.

Con todo, hay un criterio de identidad en Locke, que es el siguiente: “un ‘ente’ que existe en un T2 es idéntico con un ‘ente’ que existió en T1, si y sólo si, hay una historia espacio-temporal continua de un cuerpo sólido de materia en el que se junten las ocurrencias-ente en T1 con las de T2. En definitiva, el criterio de determinación de la teoría general de la identidad en Locke consiste en que, a través del tiempo, x-ocurrencias en T1 y T2 son ocurrencias del mismo X (caballo, asfódelo[16], cuerpo) si y sólo si hay una X-historia continua enlazándolas (Mackie, op. cit. pp. 141-142). Cabe preguntar y a ello podríamos llamar una identidad narrativa; que se deja organizar en el lenguaje[17].

Por contraste, la teoría de la identidad de Locke es tenida en cuenta por Ricoeur en el contexto del reconocimiento de sí mismo, más específicamente en la ‘fenomenología del hombre capaz’. “Con John Locke, la idea de la confesión da paso a la de la reflexión. Y la memoria es interrogada dentro de la esfera de influencia de la reflexión […] Locke, por supuesto, ignora este concepto de identidad narrativa, que nos proporciona el privilegio de una lectura distanciada con respecto al texto de este brillante defensor de la identidad-mismidad” (PR, 157). No empeñaremos en mostrar que ello no es así.

(ii) La intención de Locke con su noción de identidad personal es mostrar que la identidad personal equivale a la unidad de conciencia o se basa en ella. La posición de Locke acerca de la identidad personal ha establecido la forma según la cual los filósofos del lenguaje ordinario han discutido el problema de la identidad y del reconocimiento hasta ahora, e introdujo el método de construir casos aporéticos y además, propone una solución que aún puede considerarse plausible, y que Ricoeur soslaya en su teoría del reconocimiento. Sin embargo, para que la teoría lockeana pueda ser aceptada como una explicación plausible del reconocimiento de sí, es necesario revelar qué entiende el filósofo inglés por conciencia. En opinión de Mackie, habría dos tipos de conciencia; la primera haría referencia a ser consciente de hacer o experimentar algo, mientras que la segunda aludiría a percatarse de las cosas materiales, de los eventos externos. Los dos tipos de conciencia son vistos desde el interior. Ahora bien, Ricoeur sostiene que Locke ignora el concepto de identidad narrativa, a lo que respondemos que si bien no lo usó explícitamente, en la explicación de cómo se conectan estos tipos de conciencia, puede estar la clave de una identidad narrativa, que obtenemos a través de la interpretación que hace Mackie de la teoría de la identidad personal de Locke.

A fin de demostrar que en una interpretación de Locke sí puede haber una concepción de la identidad narrativa, es necesario mostrar que ésta se basa en la ‘unidad de la conciencia’. En primer lugar, Mackie sostiene a partir de Locke que hay unidades de conciencia potencial, esto es, que una persona puede recordar en principio cualquier acción o experiencia suya consciente, aun aquellas que no puede recordar de hecho por ningún estímulo. Empero, pregunta Mackie, ¿qué quiere decir ‘podría en principio recordar’? Si hay algo que permite recordar (v g. la continua existencia del mismo sistema central, (Evans, 1982)), se podría afirmar que alguien podría recordar en principio si dicha base del recuerdo está presente, pero algo interferente, por ejemplo un trauma craneal severo, le impediría al hombre recordar ciertas experiencias, incluso con la ayuda de recordatorios. Por otro lado, es necesario lo que es conocido en la teoría de la identidad lockeana como el problema de la transitividad[18], en una ventaja: “la unidad de conciencia no estaría determinada por la relación ‘poder recordar’, sino por su antepasado (ancestral), esto es, por la relación que es a ‘podría recordar’ como antecesor es a padre. Dado que x puede recordar en t3 sus experiencias en t2, y que x en t2 recordaba los eventos de t1, entonces, las experiencias de t1, t2 y t3, pertenecen todas ellas a la misma unidad de conciencia. Esta es la propuesta desarrollada por Mackie en detalle.

Locke podría haber sostenido que aquello que hace a la misma persona es una co-conciencia de experiencias, unos presentes plausibles entrecruzados. Lo que pasa en este momento llena un corto trecho de tiempo y los ahoras se entrecruzan unos con otros. Dicho de otro modo, “para cada ahora hay, podríamos decir, una ocurrencia-de-yo, y sucesivas ocurrencias-de-yo que se entrecruzarán y desaparecerán unas con otras: de manera que estas ocurrencias-de-yo constituyen una continua historia-de-yo” (Mackie, 1976, p. 145[19]), una identidad narrativa. Cabe anotar que para cubrir los baches de continuidad, es preciso introducir la memoria. De esta manera, entonces, se puede generar una relación es a la misma persona que y otra pertenece a la misma persona que, que son tanto transitivas como simétricas. Esta explicación, sostiene Mackie, desarrolla la sugerencia inicial de Locke según la cual la mismidad de una persona se funda de algún modo en la co-conciencia de experiencias y acciones.
Ello guardaría una analogía (no estricta) como lo que Mackie llamó la ‘teoría general de la identidad’: las ocurrencias-de-yo que se entrecruzan durante un día de vigilia constituyen una historia-de-yo que tiene el tipo de continuidad que es apropiado para las personas […] y los puentes de memoria que me unen a mí en un día conmigo mismo en el día previo son un tipo de sustitutos para una existencia continua” (Mackie, 1976, p. 180).

De manera que, concluyendo el filósofo inglés sostiene, que el interés dirigido al futuro se adecua a la auto-atribución reflexiva de acciones pasadas: “el yo futuro por cuyo bienestar tengo ahora esta preocupación especial, es el que se imputará a sí mismo cualquier cosa que haga yo ahora y que recordará mi experiencia presente desde el interior (Mackie, 1976, p. 177). De manera que la memoria retrospectiva y la auto-atribución de acciones parecen ir juntas, y en conjunto proporcionan el fundamento del uso correcto de una persona idéntica como portador de responsabilidades y derechos.

(III)
El propósito de este acápite es mostrar que en Sen, de acuerdo con su enfoque de las capacidades, el fenómeno del reconocimiento sería más un funcionamiento que una capacidad, y para ello es necesario hacer énfasis, no tanto en concepto de agencia como en el concepto de funcionamiento vs. Capacidad.

En el enfoque evaluativo de Sen (Sen, 2000), los individuos en tanto agentes, se proponen objetivos a alcanzar. Para su consecución consideran razonable asociarse para obtener ventajas que les permitan hacerlo del modo más idóneo o haciendo menos esfuerzo, o incluso se asocian para alcanzar objetivos que no podrían obtener por sí solos. De acuerdo con ello, resulta legítimo preguntarse qué criterios permiten evaluar el éxito o fracaso de tales asociaciones; instituciones políticas, sociales y económicas, dado que son éstas las que al fin y al cabo hacen posible y regulan la acción, tanto individual como colectiva, en el marco de una sociedad. Lo que se ha de evaluar, pues, es el grado de cumplimiento de los compromisos que tales instituciones tiene con el individuo. Pero cuáles sean esos compromisos es una cuestión que depende en su totalidad del propósito que le atribuyamos al sistema social en general. Así, el criterio último con relación al cual se efectúa la evaluación es, para usar la expresión de Sen, el propósito-valor, que le adscribamos a dicho sistema. No huelga decirlo, la selección de un propósito-valor determinado tiene como consecuencia inmediata una determinación relativamente clara de lo que cuenta o no como información pertinente a la hora de evaluar una institución social, política o económica, lo cual, a su vez, implica una delimitación relativamente precisa del espacio cualitativo concomitante.

Si las sociedades pueden entenderse como espacios en los que los agentes buscan obtener ventajas que les permitan alcanzar sus objetivos del modo más idóneo posible, entonces la evaluación de una sociedad y sus instituciones en términos del desarrollo y el bienestar no puede más que “centrar la atención en las oportunidades reales del individuo para alcanzar sus objetivos (Sen, 2000, p. 99). Pero esas oportunidades reales no pueden evaluarse limitándose a la consideración de la renta o de un listado, por amplio que sea, de bienes primarios, sino que deben considerarse además diferencias individuales tales como hetrogeneidad personal, diversidad relacionada con el medio ambiente, diferencias de clima social, diferencias relacionadas con usos y costumbres, y distribución de rentas y bienes obtenidos por la familia como unidad (Sen, 2000, pp. 94-96), que son las que “determinan la conversión de los bienes primarios en la capacidad de la persona para alcanzar sus fines (Sen, 2000, p. 99). Ello da lugar al concepto de ‘funcionamiento’, bajo el cual caben todas aquellas cosas que una persona puede considerar valioso hacer o ser (estar bien nutrido, evitar las enfermedades, ser feliz, participar de la vida de la comunidad, ser reconocido, etc.). Las capacidades, que se definen como el conjunto de libertades nos permite vivir el tipo de vida que consideramos valioso, cualquiera que éste sea, pueden ahora definirse, en términos de funcionamientos, como la libertad para conseguir distintas combinaciones de aquellos (un modo de vida es, pues, una determinada combinación de funcionamientos).

Ahora bien, dado todo esto, ¿en qué términos se debe evaluar el reconocimiento o no reconocimiento de los individuos de una sociedad y de sus instituciones dado el enfoque de las capacidades? La evaluación en el marco de un enfoque se hace tomando como criterio último un determinado propósito-valor (el bienestar, el desarrollo, por ejemplo), el cual a su vez determina el tipo de información relevante (v. g., los espacios participativos designados a grupos minoritarios) y el espacio evaluativo particular (por ejemplo, mis propios derechos, como votar, o recibir subsidios, etc.). Pues bien, la particularidad del enfoque sobre las capacidades, que Ricoeur no toma en cuenta, consiste en que, como se preocupa por la ventajas individuales para el logro de los objetivos indefinidos, no determina para sí un propósito-valor específico (como el reconocimiento); en su lugar considera cuatro puntos relevantes de interés evaluativo: 1.1) promoción del bienestar del individuo, 1.2. promoción de las metas de agencia del individuo (bienestar individual más metas diferentes a éste); 2.1) logro, y 2.2 libertad de lograr. Y la idea es que los dos últimos puntos se aplican a los dos primeros, dando lugar a cuatro conceptos diferentes de ventaja, referentes a la persona: 1) logro de bienestar; 2) ‘logro de agencia’; 3) ‘libertad de bienestar’, y 4) ‘libertad de agencia’ (Sen, 2000, p. 61). La información relevante, por su parte, es mucho más amplia que la de cualquier otro enfoque, porque no sólo varía con relación al concepto de ventaja bajo el cual va a proceder la evolución, el cual se escoge de acuerdo con e contexto, sino que además tiene que atender a las particularidades de los individuos. No obstante, la “base informativa primaria” es el conjunto de capacidades; pero entonces cabe la pregunta, y por qué las capacidades y no los funcionamientos como el reconocimiento? Al fin y al cabo un reconocimiento parece más básico que aquellas.

Sen esgrime un argumento al respecto. Supongamos un espacio de todos los funcionamientos, en el que cada punto (por ejemplo de reconocimiento) representa una combinación de los quehaceres y seres de una persona. Un conjunto de esos puntos puede representar las diversas combinaciones de que quehaceres y seres disponibles para una persona, esto es, ese conjunto de puntos representa la capacidad de la persona. Queda así definida la capacidad en el espacio de los funcionamientos. Además, un logro de funcionamiento se representará mediante un punto, mientras que las posibilidades alternativas (las capacidades) se representarán mediante conjuntos de puntos. Así pues, como el conjunto de puntos (capacidad) contiene al punto (logro), si lo que uno quiere es hacer una evaluación en términos de logros, simplemente tiene que atribuirle el valor del punto a todo el conjunto. En ese sentido, las evaluaciones en términos de logros pueden entenderse como casos especiales de la evaluación en términos del conjunto como un todo.

En segundo lugar, si lo que queremos evaluar, por ejemplo, es el reconocimiento para el bienestar, eso sólo lo podemos hacer desde la perspectiva de las capacidades, porque tal reconocimiento representa, precisamente, la posibilidad de reconocerse en diferentes bienestares posibles, los cuales hacen parte del conjunto de capacidad. En conclusión, la flexibilidad y amplitud parecen ser los más grandes atractivos de enfoque sobre las capacidades: no sólo permite evaluar las instituciones tendiendo en cuenta la distintas concepciones de la ventaja individual o las sutiles pero relevantes diferencias personales y colectivas de los individuos a punto de ‘reconocimientos’ sino que, al no comprometerse con una lista única y definitiva de funcionamientos valiosos, al ser un enfoque ‘formal’ o ‘esencialemnte incompleto’, brinda un importante campo común –un espacio- para las diferentes teorías ‘sustantivas’ del valor en el contexto de la política y la economía, dejando lugar a todo tipo de análisis alternativos plausibles.

BIBLIOGRAFÍA

- Evans, Gareth (1982), The Varieties of Reference, Edited by J. McDowell, Oxford: Oxford University Press.
- Husserl, E., (Krisis), Husserliana, Gesammelte Werke, VI, Die Krisis der Europäischen Wissenchaften und die Trazendentale Phänomenologie, M. Nijhoff, Haag, 1954.
- Kant, I. (K. R. V.), Kritik der reinen Vernunft, Könemann, Köln, 1995. Herausgegeben von Rolf Toman.
- Locke, John, An Essay concerning Human Understanding, Edited with an Introduction by Peter H. Nidditch, Oxford: Clarendon Press, 1975.
- Mackie, John L. (1976), Problems from Locke, Oxford: Clarendon Press.
- Ricoeur, P., (PR), Caminos del reconocimiento, FCE: México, 2006. Traducción de Agustín Neira.
- Searle, John, "Minds, Brains, and Programs." Behavioral and Brain Sciences 3, 1980
- Sen, Amartya (2000), Desarrollo y Libertad, Bogotá: Planeta, ch. I a III.
- Wittgenstein, Ludwig, Werkausgabe in 8 Bänden, Suhrkamp Verlag, Frankfurt, 1996.


Fuentes electrónicas:
- Eisler, Rudolf, Kant-Lexikon, Nachschlagewerk zu Immanuel Kant, (1930), ON-LINE: 30.08.2007
http://www.textlog.de/33199.html
-Ricoeur, Paul, http://www.fondsricoeur.fr/index.php?m=21&lang=en&rub=2&opt=21, ON-LINE: 14.10.2007
[1] La lectura de la obra fue realizada en el seminario de doctorado de la Pontificia Universidad Javeriana del segundo semestre de 2007, bajo el abrigo del profesor F. Sierra. Citaremos de la edición castellana: Ricoeur, P., (PR), Caminos del reconocimiento, FCE: México, 2006. Traducción de Agustín Neira.
[2] En el uso de esta expresión nos distanciamos de N. Fraser, quien en: ‘From Redistribuiton to Recognition? Dilemmas of Justice in a “Post-socialist” Age’ (1998) propone desarrollar una teoría crítica del reconocimiento que pretende identificar y defender sólo aquellas versiones de la política cultural de la diferencia que sean coherentes con lo que ella llama la política social de la igualdad, op. cit., p. 20.
[3] “Remains for many the very model of the intellectual, attentive to events and trying to respond to them, not as a Master Philosopher, but simply as a thinker. An exemplary mediator, he placed himself at the crossroads of three great philosophical traditions: French reflective philosophy; so-called continental philosophy; and anglo-saxon analytic philosophy” (cf. http://www.fondsricoeur.fr/index.php?m=21&lang=en&rub=2&opt=21, 14.10.2007)
[4] "La posibilidad de la proposición descansa sobre el principio de la representación (vertretung) de objetos por medio de signos. Mi idea fundamental es que las "constantes lógicas" no representan (vertretten) nada, que la lógica de los hechos no permita representar" (TLP, 4.0312).
[5] Un movimiento filosófico no definitivamente estructurado que sostiene que el significado de los conceptos, incluidos aquellos centrales a la filosofía tradicional, es fijado por las prácticas lingüísticas. Ryle, Malcolm y J. L. Austin se pueden contar entre sus representantes y sus antecedentes son Moore y en la antigüedad Sócrates.
[6] Ricoeur equipara el diccionario al ‘Lexicon’. Cabe preguntarse si esta equiparación es legítima, pues mientras el diccionario trata de ser conciso y funcional (Robert), el lexicón tiene la pretensión de ser más exhaustivo (monográfico, diríamos con Littré). Pareciera, en principio, manifiestos sus propósitos, como si su pretensión fuera hacer la entrada de la palabra ‘reconocer’ de un ‘Lexicon’ muy extenso, crítico-filosófico.
[7] “Esta oposición en primera instancia entre hacer que suceda intencionalmente y suceder causalmente puede debilitarse por una ontología del acontecimiento insignificante, como la de Donald Davidson que hace pasar el corte lógico entre la clase de los acontecimientos y la de las sustancias o estados de cosas en el sentido de objetos fijos. Las acciones caen, pues, dentro de la primera clase. Queda el uso adverbial de la intención, la expresión hecho ‘intencionalmente’. Este uso da pie a hacer de la explicación mediante las razones una especie de explicación causal sobre fondo de ontología del acontecimiento. Por tanto, la razón primaria de la acción es su causa” (PR, 130).
[8] El ‘animal filosófico’ puede reconocer: “El poeta –Ricoeur se refiere a Homero- emplea el último término para resumir con una palabra el reconocimiento directo de Ulises por parte de Argos, el perro fiel: ‘Reconoció (enoesen) a Ulises en el hombre que llegaba y, moviendo la cola, dejó caer ambas orejas. Pero ya no tuvo fuerza para acercarse a su amo” (Iliada, Canto XVII, citada por Ricoeur en PR, 104).
[9] Las máquinas pueden reconocer, en una definición de la ciencia cognitiva: “Pattern recognition is a sub-topic of machine learning. It can be defined as "the act of taking in raw data and taking an action based on the category of the data". En un sentido más coloquial decimos que, por ejemplo, ‘la computadora reconoció la memoria virtual’, si bien se trataría de una acción de intencionalidad derivada de la humana.
[10] Searle, John, "Minds, Brains, and Programs." Behavioral and Brain Sciences 3, 1980, pp. 417-424.
[11] Para una interpretación del término Rekognition en Kant confróntese: Eisler, Rudolf, Kant-Lexikon, Nachschlagewerk zu Immanuel Kant, (1930): "Ohne Bewußtsein, daß das, was wir denken, eben dasselbe sei, was wir einen Augenblick zuvor dachten, würde alle Reproduktion in der Reihe der Vorstellungen vergeblich sein. Denn es wäre eine neue Vorstellung im jetzigen Zustande, die zu dem Actus, wodurch sie nach und nach hat erzeugt werden sollen, gar nicht gehörte, und das Mannigfaltige derselben würde immer kein Ganzes ausmachen, weil es der Einheit ermangelte, die ihm nur das Bewußtsein verschaffen kann" (so besteht z. B. die Zahl im Bewußtsein der Einheit der Synthesis von Eins zu Eins), KrV 1. A. tr. Anal. 1. B. 2. H. 2. Abs. 3. (I 710 f.—Rc 180 f.). Das Wort "Begriff" (s. d.) weist schon darauf hin, daß das "eine Bewußtsein" es ist, "was das Mannigfaltige, nach und nach Angeschaute und dann auch Reproduzierte in eine Vorstellung vereinigt". Dieses Bewußtsein kann sehr schwach (unklar) sein, aber ohne dasselbe sind Begriffe und mit ihnen Erkenntnis von Gegenständen (s. Objekt) unmöglich, ibid. (I 711—182). Der Begriff ist stets seiner Form nach "etwas Allgemeines und was zur Regel dient". So dient der Begriff des Körpers nach der "Einheit des Mannigfaltigen", das durch ihn gedacht wird, unserer Erkenntnis äußerer Erscheinungen zur Regel. "Eine Regel der Anschauungen kann er aber nur dadurch sein, daß er bei gegebenen Erscheinungen die notwendige Reproduktion des Mannigfaltigen derselben, mithin die synthetische Einheit in ihrem Bewußtsein vorstellt. So macht der Begriff des Körpers, bei der Wahrnehmung von Etwas außer uns, die Vorstellung der Ausdehnung und mit ihr die der Undurchdringlichkeit, der Gestalt usw. notwendig." Der Begriff enthält die "Einheit der Regel", und diese "bestimmt nun das Mannigfaltige und schränkt es auf Bedingungen ein, welche die Einheit der Apperzeption möglich machen", und der Begriff dieser Einheit ist der Gedanke vom Gegenstande = x, auf den ich das Mannigfaltige beziehe, ibid. (I 712 f.—Rc 184 f.). Die "ursprüngliche und transzendentale Bedingung" der Einheit des Mannigfaltigen aller Anschauungen und also auch der Begriffe der Objekte, die Grundbedingung des Denkens eines "Gegenstandes" überhaupt ist die transzendentale Apperzeption (s. d.), das "reine ursprüngliche, unwandelbare", identische Bewußtsein (Selbstbewußtsein), dessen "numerische Einheit" allen Begriffen zugrunde liegt und also auch die Synthesis der Rekognition in diesen möglich macht. Das ursprüngliche Bewußtsein der Identität (s. d.) seiner selbst (in der Apperzeption) ist zugleich ein Bewußtsein einer ebenso notwendigen "Einheit der Synthesis aller Erscheinungen nach Begriffen, d. i. nach Regeln, die sie nicht allein notwendig reproduzibel machen, sondern dadurch auch ihrer Anschauung einen Gegenstand bestimmen, d. i. den Begriff von Etwas, darin sie notwendig zusammenhängen", ibid. (I 713 ff.—Rc 186 ff.). Die Gründe der Rekognition des Mannigfaltigen, sofern sie bloß die "Form einer Erfahrung überhaupt" betreffen, sind die Kategorien (s. d.). "Auf ihnen gründet sich also alle formale Einheit in der Synthesis der Einbildungskraft, und vermittelst dieser auch alles empirischen Gebrauchs derselben (in der Rekognition, Reproduktion, Assoziation, Apprehension) bis herunter zu den Erscheinungen, weil diese nur vermittelst jener Elemente der Erkenntnis, und überhaupt unserem Bewußtsein, mithin uns selbst angehören können", ibid. 3. Abs. (I 726 f.—Rc 214 f.).
[12] Una primera aproximación a una filosofía del reconocimiento diferente de la kantiana, según Ricoeur, es la de Husserl en la tercera parte (acápite A) de Krisis, “Der Weg in die phänomenologische Tranzendentalphilosophie in der Rückfrage von der vorgegebenen Lebenswelt aus”[12]. La ruptura con Kant tiene la rúbrica de la Rückfrage. Se trata de que las presuposiciones no cuestionadas por Kant concurren a determinar el sentido de sus interpelaciones-restrospectivas. Por ello, Husserl ve la necesidad de definir el término trascendental, como “el motivo de inquirir hacia atrás en las fuentes últimas de todas las formaciones de conocimiento, el motivo de la reflexión del conocedor sobre sí mismo y su conocimiento vital en el que las estructuras científicas que son válidas para él ocurren propositivamente, son guardadas como adquisiciones y han devenido y continuado deviniendo libremente disponibles” (Krisis, 101). En última instancia, el conocimiento trascendental consiste para Husserl, en la ‘auto-observación’ consciente de los contenidos de conciencia (Husserl lo dice lapidariamente del modo siguiente: ‘cogitatio de cogitata’) y de las propias vivencias. Es, justamente, la ausencia de tal trascendentalidad la que constituye el motivo de la valoración negativa que hace Husserl del objetivismo moderno kantiano. Es en este contexto, el de la aclaración del problema trascendental y de la función de la psicología insita en éste (como se intitula la tercera parte de Krisis: Die Klärung des trazendentalen Problem und die darauf bezogene Funktion der Psychologie), en el que se desarrollan los conceptos de Leiblichkeit, la distinción Leib-Körper, y el Lebenswelt, entre otros
[13] Si bien el momento proporcionado por Husserl para una filosofía diferente del reconocimiento es ‘precioso’, afirma Ricoeur que: “sólo la ontología heideggeriana despliega todos sus recursos” (Ibíd.). Ésta ataca frontalmente, quedará por saber cómo, sabemos dónde: en el Kantbuch y en Holzwege, entre la idea de representación y el mundo como representación; parte Heidegger de los enigmas y las aporías de la crítica y les restituye su valor instaurador –de nuevo cabe preguntar cómo, por arte de qué, G. J.-, “reinsertándolos en una perspectiva que rompió de un solo golpe al enunciarse como ‘instauración del fundamento de la metafísica’” (PR, 83). Ricoeur termina remitiéndonos al título del § 3, dejando sin explicar cuál es el choque frontal de Kant con Heidegger –sólo nos remite a donde ocurre.
[14] Locke es mencionado solo de pasada como el ‘ilustre’, (PR, p. 62).
[15] Mackie, John L., Problems from Locke, Oxford: Clarendon Press, 1976, pp. 141. Las traducciones del inglés son mías.

[16] A propósito del asfodélo (o gamón blanco: planta del género de las liliáceas), este ejemplo, le proporciona a Mackie un ‘borderline’ para profundizar en la teoría general de la identidad de Locke y criticarla. Cf. Op. Cit. pp. 144.
[17] Esta es una afirmación que precisa un argumento aún no elaborado.
[18] El problema consiste en que entre la memoria y el interés personal no tienen un orden (son laxas), ello se puede demostrar con un ejemplo de T. Reid: x recuerda un evento e en un tiempo t3 acaecido éste en un t2 y x recordaba un evento e’ en un tiempo t2 sucedido éste en t1 (por descontado, x es la misma persona), empero x en t3 no recuerda lo sucedida en t1 (es decir, el evento e’, a pesar de que recuerda e: un anciano no recuerda algo que le pasó cuando era niño, pero recuerda lo que le sucedió cuando era joven, y en esta edad recordaba perfectamente lo acaecido en su niñez). La conclusión que permite extraer el ejemplo anterior es que la relación ‘poder recordar las cosas’ no es transitiva, y por consiguiente, no define unidad de conciencia alguna. Más aún, la relación ‘preocuparse especialmente por’ tampoco es transitiva, y por lo demás, no siempre se ajusta con ‘poder recordar’.
[19] „x-occurrences at T1 and at T2 are occurrences of the same x if and only if there is a continuous x-history linking them” (Mackie, 1976, p. 144).

Friday, February 08, 2008

(!)

Mientras tenía que escuchar, entre la vigilia y el sueño, la voz de él, que yacía en una cama contigua, prefería que se tratare de un sueño, que el susurro fuera producido por su acalorada, in post extasis, mente. Hasta llegarse a sentir seducido por esa voz; imaginar que podían ser ciertas hasta las impetuosidades más pervertidas que han de usar máscaras porque la sociedad siempre denostara de ellas por desviadas.

Friday, January 04, 2008

A propósito de las uniones

Los hombres de acción no existen. Sólo las mujeres son capaces de actuar: los hombres somos reactivos. Ello explica el adagio popular: si un matrimonio fracasa es culpa del hombre y si triunfa es causa de la mujer.